Un buen mapa es lo más parecido a un anuncio publicitario. En una sola imagen debe transmitir la información de golpe, ser correctamente interpretado por el observador y disponer de todos los elementos clave de composición y medida. Un mapa feo, descuidado y sin atractivo cromático genera rechazo. Y si te pones a pensarlo detenidamente… decir que un mapa genera rechazo es lo mismo que decir que tu trabajo genera rechazo. Es triste dedicar tiempo a elaborar un mapa para que termine en la basura.
Así que, si estás empezando a jugar con mapas o aún no has tomado conciencia de las claves para elaborar un buen mapa, aquí tienes las recomendaciones claves para jugar los aspectos técnicos, estéticos y psicológicos que dominan a tu cerebro sin que te des cuenta. Y recuerda que la mejor forma de saber si has hecho un buen mapa es imprimirlo y dejar que alguien ajeno a la información lo interprete.
Cuando finalices un mapa deberías analizar si se cumplen los siguientes criterios:
- Propósito: el mapa cumple con las expectativas para las que ha sido creado. Los análisis realizados para mostrar la información son adecuados.
- Audiencia: el mapa está adaptado a la audiencia a la que va dirigido, ya sea culturalmente, técnicamente o cromáticamente. Medita sobre los tecnicismos, si el público objetivo tiene limitaciones visuales o su edad. No es lo mismo un mapa para una senda de interpretación que un mapa técnico de un proyecto de conservación.
- Simbología: la naturaleza de los elementos representados (vectorial o ráster), los colores y la estrategia de simbología es adecuada e interpretable.
- Diseño: elementos como el título, leyenda, escala o norte están presentes y repartidos proporcionalmente.
- Datos: los datos empleados son los adecuados. Manejar imágenes frente a vectores, capas de líneas frente a polígonos, precisión de la cartografía en base a la escala o mapas base actualizados son algunos de los ítems clave.
- Proyecciones: la manera en la que el territorio se deforma es crucial para mostrar la información bajo una proyección adecuada.
- Formatos: mapas físicos frente a mapas digitales determinan la posibilidad o la necesidad de emplear unos recursos frente a otros. El formato del mapa te obligará a emplear distintas estrategias o tipos de datos.
Aquí tienes 10 claves para realizar un buen mapa antes de volver a equivocarte la próxima vez:
1. Estructura del mapa
Aunque lo importante de un mapa pueda parecer (como es evidente) el propio mapa, hay tres elementos de relevancia que siguen nuestros ojos de manera lineal. Y el mapa no está precisamente en primer lugar. Ante todo diseño deberías tener en cuenta una secuencia lineal de elementos formada por un título principal, un mapa secundario y unos elementos de interpretación terciarios. Lo quieras o no, tu cerebro trabaja de manera lineal y jerárquica. El mapa es lo importante para atraer a la vista, pero se encuentra en segundo nivel de procesamiento a la hora de componer su mensaje.
Estos tres sencillos elementos son los que podrán volverte loco para seleccionar la mejor combinación a la hora de estructurar tu mapa. Títulos en zonas superiores o inferiores, leyendas laterales o inferiores, mapas centrados, posición horizontal y vertical o cajas de información harán que debas trabajar con la mejor distribución de elementos. Estas potenciales combinaciones vendrán determinadas en gran medida por la forma del mapa, la cantidad de elementos representados en la leyenda y la densidad de elementos adicionales como logos, textos o mapas secundarios. Cuando distribuyas los elementos evita aglutinarlos en zonas concretas y establece un equilibrio visual del mapa para evitar generar desestabilidad visual con zonas vacías o que sugieran carencia de información. Si generas zonas vacías, tu cerebro, asociará los huecos a ausencia de información.
Si tienes interés por que la vista sea dirigida hacia algún elemento ten en cuenta que, el cerebro, no busca el punto medio del mapa sino un punto inmediatamente superior al centro. Al cerebro le gusta centrar las cosas y mirar la zona superior. ¿Te has parado a pensar en que siempre que miras al horizonte recuerdas una puesta de sol y no lo que hay debajo? ¿Qué elementos visualizas en la carretera cuando conduces? Recuerda, el punto de atención del cerebro no está en el centro sino en un punto inmediatamente superior.
Además, según la cultura, el cerebro está acostumbrado a observar de izquierda a derecha y de arriba abajo. Esto hará que, la importancia de los elementos del mapa deba seguir, en la medida de lo posible, un triángulo en el que los elementos secundarios se encuentren en la zona inferior derecha y los elementos prioritarios se distribuyan en la zona superior izquierda. Ten siempre en consideración qué elementos pones en la zona superior izquierda y qué elementos pones en la zona inferior derecha o su importancia a la hora de rellenar zonas vacías.
2. Textos y fuente
Si eres de los que escoge un tipo de letra porque quede bonita… deberías ir cambiando de mentalidad. La belleza es subjetiva en un mapa. No confundas algo bonito con algo con estilo. La elección de un tipo de fuente de letra u otra te ayudará a realzar y contextualizar el estilo de tu mapa. Pero deberás tener en cuenta que las diferentes fuentes afectarán a aspectos como:
- Tamaño de espacio disponible en el mapa.
- Legibilidad en la lectura.
- Identificación de grafos clave por parte del cerebro.
La fuente de letra no sólo afecta al título principal de tu mapa. Ten en cuenta que existen otros elementos adicionales condicionados por tipos de letra. Subtítulos, etiquetado de elementos en mapa, leyenda o textos auxiliares en el mapa requieren una fuente legible y jerárquica en tamaño.
La mejor referencia para utilizar fuentes legibles es evitar emplear, especialmente en textos de pequeño tamaño, cualquier familia de letra que lleven elementos decorativos. Fuentes con detalle impedirán leer con claridad las etiquetas de texto, especialmente si son de pequeño tamaño y en entornos digitales con bajas resoluciones. Cuanto más simples más legibles.
Si prestas atención a referencias de estilos de organismos oficiales, como la simbología del MTN25 del IGN, puedes ver que, hasta las tipografías de estilo más complejo, son simples y claras.
Sólo deberías utilizar fuentes decorativas para elementos de gran tamaño o importancia como títulos o etiquetas relevantes de elementos territoriales que impliquen alguna connotación en el estilo de tu mapa.
Pero la simbología esconde mucho más de lo que crees y el cerebro juega un papel importante. Reconocer la zona superior del texto es determinante para que el cerebro identifique grafos y pueda leer de manera legible y rápida. Igual aún no lo sabes, pero tu cabeza es capaz de reconocer palabras visualizando únicamente la sección superior de un conjunto de letras. Por el contrario, a tu cerebro, le cuesta formar las mismas palabras a partir de la zona inferior. ¿Quieres probar? Intenta leer la siguiente palabra visualizando sólo su zona inferior.
Difícil, ¿verdad? No pasa nada, vamos a volver a intentarlo otra vez visualizando únicamente la zona superior de la misma palabra. Tu cerebro, al igual que ocurre en el centrado de la imagen del mapa, lleva toda la vida focalizando la zona central de las palabras y mirando hacia la zona superior para reconocer la forma de las letras y componer palabras. Si observas la zona superior de la misma palabra seguro que te resulta más fácil leerla. ¿Mejor?
En la medida de lo posible presta atención a la simplicidad de la estructura de las letras en su zona superior cuando utilices un tipo de fuente. Ayuda al cerebro del observador a leer y reconocer rápidamente cualquier texto para interpretar con rapidez el mapa.
De igual forma ten en cuenta la distribución de los caracteres para generar una alineación adecuada y homogénea. Muchas fuentes de letra presentan un estilo particular que puede generar confusiones a la hora de identificar etiquetas de texto en bloque. Este tipo de fuentes generan confusión en los etiquetados de elementos.
Y recuerda que la fuente debe mostrarse de manera jerárquica en función del elemento que estés representando. De esta forma deberías incorporar tamaños grandes a elementos de primer orden (títulos y subtítulos) mientras asignas tamaños pequeños a elementos auxiliares (autores, leyendas, sistemas de referencia, etc.)
Si el color del texto genera confusión con elementos adicionales en el mapa (como imágenes satélite o mapas temáticos) intenta recurrir a máscaras con halo para generar contrastes entre el fondo y la etiqueta de texto.
Por último, recuerda que el título del mapa es el que generará una influencia directa sobre tu cerebro. Puedes conseguir optimizar la atracción del título del mapa y viralizarlo trabajando los sesgos cognitivos. Estos sesgos son «brechas de seguridad» en tu cerebro que hacen que proceses y reacciones ante la información de una manera muy controlada.
3. Posición y direcciones del etiquetado
Si el tipo de fuente es importante, la dirección y forma de las etiquetas también. Múltiples elementos están influenciados por aspectos como la dirección de lectura o su trayectoria. Mientras elementos como ciudades son etiquetados de manera horizontal, otros elementos como los ríos pueden etiquetarse siguiendo la sinuosidad del trazado. Adaptar las etiquetas al contorno de los objetos territoriales harán más interpretables los elementos del mapa. Las herramientas de simbología de tu SIG de escritorio te ayudarán a adaptar el texto a la forma del elemento o mostrarlo en una posición a lo largo de los 360º alrededor del elemento.
De la misma manera, algunos textos pueden ser mostrados en vertical, especialmente en etiquetas que hacen alusión a sistemas de referencia o créditos. En estos casos resultará más sencillo hacer una lectura de abajo hacia arriba y con texto abierto hacia el interior.
4. Simbología y color
Seguramente, el suspenso en muchos mapas, resida en las fiestas de colores que son empleados para simbolizar la información. Aunque los colores son algo personal, siempre que simbolices algún elemento intenta seguir unas pautas básicas como:
- Emplear la psicología de mapas: muchos colores inspiran un aspecto cultural o emocional con el que jugar para sugestionar o activar la interpretación del observador. Rojo-negativo, verde-positivo, azul-agua, marrón-montaña son algunos de los muchos ejemplos de relación entre colores y emociones.
- Intenta emplear juegos de colores complementarios (situados en extremos opuestos de la paleta cromática)
- El juego de ciertos colores puede generar efectos desagradables a la vista. Juntar colores no es tan fácil como pueda parecer. Aquí tienes algunos ejemplos de mezclas de colores con los que advertirás cómo tu cerebro se encuentra incómodo al observarlos. Incomodos a la vista… ¿verdad?
- Ten en cuenta el colectivo para el que irán los mapas. Las personas daltónicas tienen problemas de visualización con colores, especialmente rojos, verdes y azules. Evita esos colores prohibidos, especialmente si vas a trabajar rampas de degradados. Puedes saber cómo ven los colores las personas con este tipo de problema visual desde aquí. Puedes aprender a trabajar los colores correctamente y descargar paletas de color adaptadas a este colectivo.
5. Intervalos de representación
Te guste o no, tu vista y tu cerebro tiene unas limitaciones a la hora de percibir tonalidades o memorizar datos. Una de las peores cosas que puedes hacer cuando trabajes datos clasificados en intervalos, es emplear un grupo excesivo de intervalos. Por un lado, el observador no será capaz de retener mentalmente un exceso de clases y, por otro lado, cuanto mayor número de intervalos utilices menor contraste cromático existirán en tus degradados. Esto dificultará la posibilidad de asociar un valor a un color de manera clara, especialmente en intervalos basados en degradados de color.
Recuerda que, a la hora de representar un mapa, la regla de oro es “menos es más”. Un número generoso de intervalos, por ejemplo, cinco, será más fácil de entender frente a intervalos de valores excesivos (salvo necesidades particulares del mapa).
Si trabajas con datos divergentes deberías recurrir siempre a intervalos impares para generar un valor único medio entre ambos extremos. De esta forma al cerebro le será más fácil identificar por simbología elementos intermedios y elementos extremos en la trama divergente.
6. Equilibrio de elementos
Todo mapa debe contener todos sus elementos repartidos de manera equilibrada para evitar sensaciones de desequilibrio o vacíos que generen intranquilidad al ser observado. Los límites de la zona a representar y la presencia de elementos como la leyenda o logotipos pueden determinar la composición del mapa debiendo distribuir los elementos de una manera particular que haga que, el mapa, muestre calma. Entre las cosas a tener en cuenta deberás:
- Evitar magnificar elementos. Rosas de los vientos gigantes, escalas gráficas excesivamente grandes o leyendas con tamaños enormes son algunos de los fallos más habituales. Utiliza un equilibrio de tamaño para cada elemento, tanto en tipografía como en forma.
- Distribuye de manera equilibrada los elementos. Evita concentrar muchos elementos en esquinas generando vacíos en lados opuestos. Esta distribución dará la sensación de que al mapa le falta algo en lados contrarios a la distribución de elementos clave y el cerebro se impacientará por buscar datos que no existen.
- Deja que los elementos respiren. Evita apurar espacios dejando que los elementos respiren entre sí. Ajustar textos o gráficos a los bordes del mapa genera sensación de acorralamiento. Cortar a sangre las leyendas son una de las barbaridades típicas en los mapas (que además suele estar acompañada con horribles sombreados). Accede a sus propiedades y edita valores de margen superior, inferior y lateral.
7. Escalas
Las escalas son otro de los factores en los que fallamos. Hoy en día, cualquier SIG libre o de pago permite trabajar con múltiples vistas para componer mapas con fragmentos territoriales dispersos. Antes de elaborar un mapa con una vista global de la zona, plantéate si resulta más interesante ajustar la escala a la zona territorial principal y generar vistas secundarias para zonas particulares, por ejemplo con islas o pequeños países.
De igual forma, recuerda emplear la misma escala para todas las vistas o, por el contrario, asignar escalas diferentes de manera individualizada en cada una de las vistas del mapa.
No olvides que la escala es una relación entre el tamaño del papel y la realidad. Si tu mapa es impreso en diferentes tamaños, una escala numérica perderá su efectividad. Por ello, si tu mapa va a reproducirse en diversos tamaños de papel, puedes emplear escalas gráficas. La proporción de escala se distorsionará de manera proporcional entre la gráfica y el papel.
Si tu mapa va a imprimirse bajo un formato único de tamaño, recuerda indicar el tamaño original del mapa para evitar sesgar la escala numérica ante impresiones de dimensión diferente.
Y, por supuesto, intenta ajustar la escala de tu vista de trabajo al tamaño del mapa empleando escalas redondas y convencionales. Escalas irregulares dificultan las mediciones a tu cerebro y denotan falta de interés y atención en la elaboración de cualquier mapa.
La escala será la responsable de visualizar los elementos de tu mapa con un nivel mayor o menor de precisión. Si te encuentras trabajando elementos vectoriales asegúrate de que el número de nodos disponibles por unidad lineal es suficiente para representar fielmente los límites de los elementos a la escala empleada. Si te encuentras trabajando imágenes ráster sería interesante que trabajaras los datos de resolución de manera correcta para evitar generar mapas pixelados o demasiados finos para la escala de trabajo de salida.
Desde esta entrada puedes echar un vistazo a algunos de los factores a tener en cuenta para trabajar con la mejor resolución de pixels en tus mapas.
8. Referencias espaciales
Es difícil encontrar un mapa que haga referencia al sistema de referencia empleado en la visualización de la imagen. Por el contrario, somos muy dados a saturar la composición con cuadrículas de coordenadas. ¿Aún no sabes que un mismo lugar muestra diferentes valores de coordenadas en función del sistema que estés empleando? Los valores de coordenadas de una capa visualizada, por ejemplo, en WGS84 son ligeramente diferentes a las visualizadas en ED50.
Siempre es interesante indicar las referencias espaciales de tu cartografía a través de una discreta etiqueta en un lateral o en zonas inferiores del mapa. Si realmente te manejas con las proyecciones y los sistemas de referencia, esta reseña es un punto a tu favor para mostrar tu capacidad técnica trabajando con cartografía.
9. Superposición de capas
Otro de los gazapos en los inicios es la superposición de capas ocultando información de capas inmediatamente inferiores. Para poder evitar que los elementos queden ocultos intenta seguir una jerarquía de capas de zona superior a zona inferior basada en puntos, líneas, polígonos y por último imágenes ráster. Tu principal inconveniente estará en la naturaleza vectorial de polígonos. Podrás mostrar polígonos de capas inferiores jugando con tramas o transparencias. ¡¡Aunque atento!! Las transparencias entre dos colores pueden generar un tercer color que despiste al observador por combinación de los dos colores principales.
10. Elementos prohibidos
Algunos elementos y simbologías en mapas de principiantes son bastante tradicionales. Y aunque no lo creas, son elementos aberrantes que alertarán de tu poca experiencia trabajando con mapas. Algunos elementos o simbologías que deberías evitar son:
Chinchetas: Google y su simbología han hecho mucho daño a los mapas. Los iconos de chinchetas no son precisamente un elemento que defina de manera precisa la posición de un punto. No tanto por su simbología sino por su connotación. ¿Qué coordenada sugiere a tu cerebro la posición de una chincheta? ¿El extremo del pincho o el centro de la chincheta? Los mapas de chinchetas están prohibidos.
Simbología arco iris: las rampas de color arco íris son otro elemento prohibido en cualquier mapa. No olvides que el cerebro retiene un número limitado de colores y es incapaz de procesar esos siete colores y sus valores intermedios en una rampa de valores continuos. Intenta recurrir a otras rampas de colores más escuetas o menos llamativas.
Elementos «cargantes»: evita florituras en los elementos. Los SIG están repletos de galerías de elementos gráficos y, muchos de ellos, bastante saturantes o poco concisos. Intenta sobrecargar el nivel de detalle de los elementos del mapa para evitar que la vista se centre sobre ellos, especialmente si son alarmantemente feos. Una rosa de los vientos con exceso nivel de detalle puede generar más peso que un mapa minimalista con escasos límites administrativos. Lo mismo para elementos excesivamente sencillos que puedan confundirse con otros elementos o, directamente, no apreciarse.