¿Sabías que nuestra cultura puede condicionar la percepción del geógrafo y hacer mal su trabajo? Las perspectivas espaciales que adoptan los elementos en nuestro cerebro vienen determinadas por nuestros hábitos diarios y el tipo de cultura. Este pequeño matiz puede hacer que fotointerpretar una imagen lleve a confusiones hasta al más experto de los geógrafos. ¿Eres geógrafo del bueno o del malo? Este es un buen momento para saberlo.
No sería la primera vez que oímos la recomendación de tener una ventana cerca cuando escribimos o leemos. Y más concretamente con una incidencia de luz directa por la izquierda. De esta manera no se forman sombras cuando leemos o escribimos y podemos trabajar mejor (perdón por la discriminación a los zurdos). Nuestra forma de escribir se ha acostumbrado a recibir la entrada de la luz por la izquierda, más concretamente por el noroeste. Esto hace que la luz incida por la izquierda y se forme una sombra por el lado derecho de la mano siempre que trabajamos.
Estos comportamientos del día a día hacen que nuestra cabeza trabaje de manera concreta, comprendiendo los elementos que visualizamos como si la luz entrara desde el noroeste. Se desarrolla una visión en profundidad basada en un juego de luces muy concreto.
Sin embargo, el análisis territorial de la geografía, trabaja de manera contraria. La geografía es caprichosa y, la manera en la que entra la luz durante el día sobre el territorio puede ser distinta a cómo entra la luz por nuestros ojos en el día a día. Por todos es sabido que el Sol entra por el Este y se pone en el Oeste. La luz en el territorio entra con una importante componente Sur, situación contraria a la que habitualmente utilizamos para trabajar. Resultado: las vistas aéreas generan una situación de sombras inversa a la percepción de nuestra vista en el trabajo diario haciendo que podamos percibir los accidentes geográficos de manera opuesta.
¿Valle o montaña?
Bajo este aspecto, aquello que visualizamos en el territorio termina adquiriendo una perspectiva inversa a la realidad y visualizando montañas donde hay valles y valles donde hay montañas. Es fácil hacer pasar un mal rato a un cartógrafo jugando con las luces y sombras y ponerle a prueba para identificar valles o montañas. ¿Probamos?
La perspectiva de la siguiente imagen hace que percibamos el territorio con una entrada de luz desde la zona norte generando sombras en la zona sur. Esto hace que nuestra mente trabaje de manera análoga a la manera de ver las cosas y percibamos un valle.
La realidad es que nos encontramos ante una montaña. Si invertimos la sombra, por ejemplo rotando la imagen, percibimos rápidamente el territorio de manera elevada.
¿Seguimos intentándolo? ¿Valle o montaña?
Si pensabas que era un valle estás equivocado, es una montaña (otra vez). Vuélvelo a mirar desde la perspectiva contraria invirtiendo las sombras. ¡¡Sorpresa!! Misma imagen, persepectiva distinta.
Venga, que a la tercera va la vencida. En este caso con un elemento secreto de referencia como ayuda que todo geógrafo conoce. ¿Valle o montaña?
Pues lo siento si pensabas que era un valle. Es una montaña (la tercera). La cara norte de las montañas tienen más humedad y hay una vegetación más frondosa. ¡En la cartografía hay que tener ojos para todos los elementos!
¡¡Suerte fotointerpretando!! Y recuerda tener presente el norte, saber los lugares de mayor humedad y saber la entrada de luz para acertar siempre.